martes, 8 de abril de 2008

lunes, 7 de abril de 2008

REFLEXIÓN


¿QUÉ ES JEM? Es un Movimiento Eucarístico Mercedario de Pastoral Juvenil Vocacional. JEM quiere ser fruto de una exigencia siempre renovada de fidelidad a la Misión Redentora que el Instituto de las Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento recibió de María del Refugio y Pedro Nolasco.

JEM es una escuela de formación cristiana en la vida y para la vida. Una forma de ser Iglesia participando en su misión evangelizadora.

JEM es un MOVIMIENTO, fruto de la acción del ESPIRITU que suscita nuevas respuestas a la problemática juvenil, nace de la vida; es una MISTICA encarnada en personas concretas que generan un dinamismo propio para afrontar el mundo sus esclavitudes, sus retos y sus llamadas. Existe en la medida en que esta mística dinamiza el estilo de vida de quienes se comprometen con él.

JEM es un MOVIMIENTO EUCARISTICO MERCEDARIO, por el estilo y espiritualidad propios. JEM tiene como centro a CRISTO REDENTOR REALMENTE PRESENTE EN LA EUCARISTIA y a MARÍA, NUESTRA MADRE DE LA MERCED. Ellos son los modelos por los cuales nos acercamos al Padre y lo hacemos presente en medio de los hombres.

JEM es un MOVIMIENTO EUCARISTICO MERCEDARIO DE PASTORAL, entendida ésta como la actitud de vida de quienes se sientan responsables del anuncio del Señor; acompañando con más atención el crecimiento de los niños y los jóvenes en la fe.

JEM es un movimiento de pastoral juvenil porque:

_ Sus protagonistas son los jóvenes y los niños,
_ Le caracteriza un estilo juvenil de vivir los valores,
_ Considera a la juventud como “la enorme fuerza renovadora de la iglesia y de la sociedad”, Según el documento de Puebla.

JEM es un MOVIMIENTO EUCARISTICO MERCEDARIO DE PASTORAL JUVENIL VOCACIONAL, porque ayuda a cada uno de sus integrantes a descubrir y realizar la mejor respuesta al proyecto de amor de Dios sobre su existencia ya que toda vida es vocación.

domingo, 6 de abril de 2008


Evangelio según San Lucas 24,13-35.

Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.
En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos.
Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.
El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste,
y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!".
"¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo,
y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas.
Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro
y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo.
Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron".
Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!
¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?"
Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.
Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos.
Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.
Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista.
Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".
En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos,
y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!".
Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.





Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.